domingo, 30 de mayo de 2010

Tapiada la casa, la ventana al corazón da a la vereda.
Y la puerta… está cerrada.
Esperaba para mí la noche eterna.
Esperaba como el sol,
Un espacio de luz en el abismo de mi cama.
Hay un desierto insurgente,
Detrás de todas las miradas abiertas.
Hay decenas de estatuas de sal.
Hay centenas de calles que un día olvidarán tu nombre.
Hay infinitas maletas que no abotonarán un destino.
Hay barcos abandonados a las olas del mar.
Hay un pedazo de pan en una mesa desnuda.
Esta la luna, y un cementerio de universos.

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