miércoles, 14 de julio de 2010

Y si te digo que con el paso del tiempo
El dolor se hace más espacioso
Que se han ido todos los colores del desierto.
Que las camas, siguen siendo grandes.
Si te digo…que la distancia no es más
Que una ilusión que saborean mis ojos
Si no te encuentro.
No entiendo… que será el amor.
Eso a lo que se viene a la vida, tan cargada
De emociones, sensaciones y sufrimiento.
Hoy es cuando el alma duele y fuma.
Detrás de las puertas… la percepción será otra.
Otra boca,
Otra chimenea.
Mas humo, los santos detrás de tu pelo se han ido.
Solo queda el abrazo del que no regresa la muerte.
Y a lo lejos... la embarcación
Y a la horilla desde el surco de la tierra
Latía el corazón....
M.E.M
Te volví a ver de tanto en vez.
Descubrí detrás de tus ojos
El reflejo donde ya no me pude ver.
Ha pasado entre nosotros el milagro
Del tiempo, y sin saber porque,
Me has dejado mar adentro.
De barro son los ojos que ya no miran, ni ven.
Hoy ha sido sábado.
Sábado del después.
Había en aire uno que otro.
Corazones rotos, serán después.
Te he encontrado hoy
Con el vestido puesto
Detrás de la barra.
Más allá.
Todos los colores
Fueron primavera
Hoy que tengo quien me quiera.
A donde iré sin ese abrazo…
Quien me haría más real…
Como puedo vivir…
Así…

Desnuda

Desnuda la tarde se pasea descalza, los faunos
Abren los ojos para mirarla…
Es aroma de verano cuando el brillo del sol desanda
Caminos que ella teje como si fueran telarañas.
Es temprano para beber de sus aguas,
es tarde para dejar volar ángeles…
Soleado el día se dibuja entre montañas,
Las hadas se esconden para mirarla…
Y aparece entonces aquello que llamamos nostalgia…
El bostezo del sol se desparrama, los colores se descubren
Y los vientos se abren…
ha muerto la tarde y solo queda su fragancia.
Aunque seamos uno
En la misma noche donde nos abandonamos…
Aunque sigamos siendo uno
Detrás de las mismas sombras que nos olvidamos…
Aunque sigamos siendo uno…
Tu boca, sin ser mía, se olvidará de besar
Besos con sal.

De que voy a enamorarme.

De que dices?
Bien aventurado el alboroto provocado
Debajo de la liga,
Debajo y debajo…
Charlas grandilocuentes no hemos tenido;
Tu domingo de cruz seguirá en domingo
Y mi domingo seguirá siendo azul.
Aún no recuerdo si tus ojos fueron marrones o verdes,
Si tu pelo era lacio,.
Si tenias o no el brazo ancho,
La cadera pequeña
O la cama grande.
Te he reconocido quizás en un tiempo
Donde todo era claro y quizás más real.
Tal vez por esos días no decías tantas mentiras
Y tenías mas ganas quizás.
El cuerpo de ahora ha sido solo un presagio,
Y el amor hasta hoy,
no ha existido más que entre las sábanas.

23 de Enero del 2009

No soy quien era ...

No soy quién era
Antes de ser lo que soy.
Hoy que ya no me recuerdas
Hoy que debo disfrazarme
Y pretender ser lo que soy.
Hoy no hay manera de encontrarte
Hoy, busco en las voces de la lluvia
Los sonidos del silencio que viene dibujando tu nombre,
Yo no sé si fue verdad, aunque siento
Que hay quienes no debieran mentir tanto.
Quizás el papel de las musas es luego
De su trabajo, ser olvidadas, como cualquier objeto
Que se usa para tejer el arte de la palabra.
Quizás solo haya sido el breve lapso de inspiración
Que te hizo escribir, bien… a lo mejor.
Siquiera hoy pudiera entender algunas cosas.
Descubrir en esos silencios, la verdad de este recuerdo.
Si quiera pudiera yo, entretener mi sueño con la risa azul
De aquel invierno. Siquiera después de todos estos años,
Olvidar ese pasado, en que el tiempo era menos ermitaño,
Y más sabio, que la caída de los segundos en el reloj.

Mientras te leía...

La noche escupía sombras por las calles...
Los ojos que nunca atravesaste alcanzaron en miradas,
todo el sol que un día, negó la tarde.
Hay un cielo para cada espacio donde no me pertenece tu cuerpo.
Hay estrellas que nacen, aromas que me devuelve lo que éramos,
cuando todavía podías besarme. Hay colores taciturnos
dibujándonos la silueta de jaspe.
Entre vos y yo, se trazó un surrealismo imaginario.
El velo imperceptible se rompe, cuando soñamos,
el amor, ojos despiertos o cerrados.
Tengo en las manos el puñado de piel,
con el que tu sólo cuerpo me a dejado.
Me soñé despierta rozándote los labios…
me soñé cruzando el portal por el que nos abandonamos.
Es jueves y los recuerdos de la noche ya no saben a pasado.
Volverá el viento con su remanso sabio, a tocar la puerta, a abrir las ventanas…
Volverá la muerte a dibujarnos el agravio, de sabernos vivos dependientes de las horas.
De los relojes jamás usados, de la virginidad de los ojos perpetrados y atónitos que se suspenden detrás
de la imagen que teje la memoria, a destiempo.

Hoy no te quiero

Hoy me cuesta creer en el amor que siento
Y me cuesta entender el olvido al que me empuja tu recuerdo
Ya no tengo motivo para sostener la mirada
Con la que a veces te observo.
Yo no quiero que me importe tu egoísmo
Ni tu exceso de criterio.
Si no podes respetar mis defectos, jamás vas a entender mis virtudes.
Ya no sé bien porque te quiero, quizás solo sea el auto castigo
El que me hace regresar al océano sin barco.
Alguien debiera decirle a mi corazón que ya no te quiera
Para cerrar ahora, las puertas que están abiertas.

Castañas azules.

Lo que nunca hubiera dicho, es todo lo que pude haber callado. A pesar de todo, el tiempo pasa y sigue como entonces, siendo un tirano. No doy para los que tienen herramientas en las manos. Doy para lo que no dan, porque a ellos, como a mi, les cuesta soltarlo. El tiempo… como una franja amarilla en el firmamento, horizontal y despierto, con sus naranjas y amarillos. Las bocas…con sus palabras, con el incesante humo que sale, inconstante, filtrándose por los dientes, el humo…que hace figuras prolijas, en el aire y sus condensaciones… secas… pitadas, veneno que se ingiere…no menor a la dosis de veneno diario. Pilas de libros sin leer, por gente que no puede mirar, ciegos a cuerda que saben a donde pisar, pero no por donde caminan.
Las pequeñas muertes del olvido diario, por las que el alma conciente e intranquila, debe transitar. Pequeñas muertes de las que se DEBE resucitar… para sentirse uno vivo, para crecer un poco más. Lo cotidiano esta repleto de esas pequeñas muertes, cada vez más. Mientras más se insiste en vivir, los hechos nos recuerdan, que morimos cada vez más. Fantasmas… Fantasmas que dibujan las tristeza del mas allá, fantasmas que caminan conmigo sin que puedan despertar.
Fantasmas aparecidos entre las letras que escribo, un día más, un día donde no sé si escribo para ellos, o para alguien más.
Somos, castañas azules en árboles de plástico, muchas veces inmortalizados por el recuerdo en la cabeza de alguien, por las letras en algún cuaderno, por una lápida…quizás. Sentir estar vivos no alcanza, como para creer en otro sitio, al otro lado del portal. Quizás ya no se sepa de la mortalidad del espíritu que quiere volar. Quizás solo nos quede echar humo por los ojos y esperar que venga la muerte a dotarnos de inmortalidad. Castañas azules, en árboles de otoño, para rodar de nuevo como hojas, en algún puerto, en otra ciudad… Detrás de la memoria colectiva o mágica, detrás de las arenas de algún mar.

Jueves 1 de abril 2010
Otras historias

Otras historias mejoraran la nuestra
Será mañana todo lo que queda
Los pasos de las sombras en mi pelo
Atravesando la luna y el universo
Todos mis sueños
El deseo de arrancar recuerdos
El dolor de poseerlos
Dos extraños inventando…. otras historias.
Otros cuerpos habitados,Otros versos,
Otros universos.
Mi voz como la araña tejes
Telarañas en la boca que miente
Si digo que existe un dolor después de la muerte

El cuerpo se ha entristecido,
La mente no quiere el suicidio
Los colectivos que arrastra la gente


Es domingo de sangre
Es domingo de suerte
Y el color se ha mudado de verde
A hondos pasos la soledad camina, vestida de otoño,
Desnuda de cielo.
La madrugada se trepa en balcones sin techo,
y la bastedad de madre selvas secas de frió.
La mirada distante me corta el ruido del pájaro que no canto,
De la orilla que no llego,
Del mar que se pierde en barcos de dolor.
La niña se desnuda de alma y viento,
Solo es un sonido de tiempo que late, en mis oídos de ausencia.
Yo no sé de donde viene este amor por las palabras, quizás
Solo se la voluntad del hierofante que descubrió
O me descubre cada mañana.
Detrás de que papeles iré hoy, a esconder mi mirada.
Compartimos el humo, aunque no quieras,
Compartimos saliva, sangre, vino y palabras.
Compartimos ilusiones, mentiras, distancias.
Vos en una mano el cigarrillo.
Yo sosteniéndote con la otra un suspiro.
Somos el silencio de la noche más muda.
El paralelo incierto, entre dos verbos empapados de nostalgia.
Dos sombras que acarician el mismo rayo de luz…
Dos paréntesis; separados por palabras.
A veces te sueño, como un silencio oculto
Al que quiero pertenecer.
Y descubro que te amé o te amo
No lo sé.
Hoy me encuentro divagándote
Detrás de las virtuales páginas
Que me permite ver la red.
Me consiento conectarme con el ser
Que e habita, que me teje y me desteje
A gusto y piacere.
Pero no te eh vuelto a ver,
Ni tú a mí.
Y no sé;
Si llevas la sombra corta.
Si te has dejado crecer la barba
Si te han caído más o menos,
Besos de la boca, letras de las manos.
Ya no se, con quien caminas,
Esos atardeceres helados, por los que nunca caminamos.
Ni quien escribe tu biografía,
Ni quien prepara la cena, o el escenario.
Algo en mí da vueltas,
como en una caja que guarda sueños,
mi corazón suspira y escala,
la cima del deseo.
Ya no traigo felicidad entre las manos,
solo una pequeña utopía,
donde vos y yo somos plebeyos en el reino de los sueños.
En ese país las mariposas no vuelan y los árboles flotan,
cual obra de mágica de los magos, que viajan en escobas,
transportando, polvo de caracoles y yerbas,
con aroma de sol y agua.
Nos encontraremos allá donde el mar, se junta con el cielo,
las piedras nos permiten escalar, horizonte abierto las olas más severas…
en las orillas se vislumbran, antiguos barcos,
de capitanes alegres, y tripulación desierta.
Las gaviotas azules se confunden con el universo,
y mientras amanece, el sol, se va tiñendo con los colores del desierto más naranja.
Yo te quiero… dulce sueño de madrugada, te veo a los ojos y no puedo entender, cuantas vidas habrá esperado mi alma, para regresar a tu puerto…
Cuantas primaveras gastadas, habrán pintado árboles y versos, cuantos corazones desnudos habrá descubierto el invierno.
Sin ti a mi lado, todo es desierto.

Clases

Clases tienen los pequeños adultos,
que se esconden aun en la falda de la madre,
Abrigados por el temor a la conciencia, dibujados con el sol de la ignorancia.
Yo que me arto de caminar con este muerto, hoy me siento mas viva que nadie.
Y aunque se que me estoy muriendo como tantos, yo vengo viviendo acelerado,
la vida que aun no ha dejado de pesarme.

Silencios...

Vengo cocinando el silencio que me brota de los ojos,
Mientras… dibujo con las manos
Las palabras que jamás podré decirte.
Entre mis fotos de ti
Voy descubriéndote, quizá más viejo
Mas cansando… y hasta menos real.
No recuerdo como pude disolverte
Desdibujar ese nombre, que me había impulsado la vida
Para luego olvidarlo en la primer esquina.
Vengo, con las manos vacías de versos
Llenos de palabras los labios, de tejidos los huesos
No hay noche de San Juan, ni solsticio de verano.
No hay hechizos a contramano.
No hay primaveras, no hay libros…
No hay violines, no hay cruces.
Descubro, detrás de algunos sueños
Estampado tu nombre, detrás de las sombras
En agua bendita, vienes de nuevo con la niña.
La ternura me devora el alma
Y no existo más, que para el abrazo eterno
.

Anabel

No entiendo que es de los días que vienen después del marzo,
Cuales esos del abril los que me contentaron.
Ya viene pasando el año, Anabel permanece soñando ojos despiertos, mirando el mar.
Anabel, es rubia y tiene esa chispa en los ojos, la vitalidad de un niño de cinco años.
Anabel mira el mar, pero no puede alcanzarlo, hay en su cuerpo la imposibilidad de movimiento. Pues Anabel tiene ya 80 años y la vida le ha dejado solo reflejos.

Estrellas de cartón

Hace mucho tiempo, y hace poco, escuche por ahí, que estaba de moda regalar estrellas.
Yo nunca entendí; esto de regalar cuerpos celestes, inalcanzables para el público que los recibe y así mismo, para el público que los regala.
Si tuviera el modo de descubrir el encanto que encierran, esos trocitos luminosos, haría lo mismo.
Estuve investigando, y encontré un modo más económico, no por ello menos importante. Y como tantos; he querido regalarte algunas estrellas, de las más hermosas que hubiera, aunque todas parecieran modificar gradualmente esa luz maravillosa. El caso es que de tanto buscar la más encendida, clara y cercana, me mareé de tanto señalar con el dedo, algo que no pude ni tocar, por más que estirara y estirara el brazo.
Y, como de vez en cuando me otorgo alguna cualidad especifica, he construido algunas.
Hoy en día, hasta las estrellas pueden ser de cartón, y no por ello, dejan de brillar.

Gárgolas

Fue durante la época, donde yo andaba ojos cansados, grandes y despiertos.
Recordando todo eso, que, alguna vez me hizo descubrirte.
Estaba sentada en una plaza, las flores, de algún puesto cercano,
Me hacían descubrir sus aromas, detrás de la fuente donde esperaba…
Desde allí, miraba la iglesia, que en perspectiva parecía un castillo, anunciante, de grandes tesoros y espiritualidades. Las gárgolas y las puntas, hacían imposibles las serenatas. El aire, yacía poblado de sensaciones, de sonoras voces, que parecieran alegres, de vez en cuando, aparecía una que otra pareja, tomada de la mano, y yo… recordaba así, todos mis inviernos, amarrada a algún damo, que quizás amé en otro tiempo.
Eran eso de las cinco de la tarde, aún el sol, quemaba corazones detrás de la calle, invadida y devorada por los autos. Y el movimiento, se iba haciendo imperceptible, ajeno a todo tacto, inmudable…acertado y desconcertante.
Todo allí afuera, parecía estar vivo.
De vez en cuando, levantaba la cabeza yo del libro y miraba distraída a alguna parte.Quien sabe si buscaba una respuesta para darme.
Enciendo un cigarrillo, busco el arisco encendedor, que siempre se esconde, detrás del bolsillo de mi pantalón. Bebo. A bocanadas. El humo que llegará quizás a matarme, muriendo siempre detrás del paladar de mi boca, al otro lado de la calle, andaban algunas palomas, recogiendo migajas, de lo que fuera el camino de Hansel y Gretel, quizás de algún otro fauno perdido, quizás solo era pan. O la comida de algún itinerante.
De fondo se oye, alguna música, quizás algún saxofón que hubiera encontrado oído interesante, para abandonar allí sus notas…
La melancólica música, se desliza sin pudor, entregando a todos, esa energía, que rara vez, nos hace sentir humanos.
A sabiendas de lo cierto, en casa no me espera nadie. Quizás por eso, cuando salgo, no vuelvo, y eh de andar yo, pegándome en algún banco o algún fantasma pasajero que me dé, un poco del cariño, QUE YA NO QUIERO.

GIGOLÓ

Iba yo caminando, por las calles, llenando la vereda, de perfume barato.
Ese que uno se compra en las rebajas y que terminan, sabiendo más a sahumerio que cualquier otro aroma, que pudiera ocurrírsele a una nariz, sonora de aromas diversos.
Vos… no sé decir, donde estuviste ese tiempo, mientras mis pies tropezaban unos a otros, tratando de alcanzar el ritmo, de las caderas, que más arriba dibujaban círculos.
Pero estabas ahí, cuando quise buscarte; sentado en el cualquier banco y yo te había visto, ojear algún diario, esas tardes, donde el otoño, azotaba las calles con las hojas y el sonido, de arrastrarse cordón a cordón, se hacia insoportable.
Impávido ante el ajetreado correr de las horas, de los transeúntes dibujados de lado a lado, completando las veredas y obstruyendo el paso, con el viento que dejan los cuerpos, cuando pasan rápido, ese aire que solo se completa, con la llegada de algún otro sujeto, que sabrá siquiera dónde va. Solo caminan y lo atropellan a uno, que direccionado va, a algún sitio, donde sabe que no hay quien espere, su llegada.
Es efímera la vida, del diario que se lee, la revista que se compra. El silencio en el alma que ya no se tiene, el ruido del corazón cuando sabe que ha llegado al lugar deseado, sin saber a donde iba el alma.
Vos, que miras las letras, como si no fueran nadie, que todo lo llenan esas letras.
Yo que te había encontrado, permutando la vida en un banco de plaza. Permutando los sueños de alguna mujer que quizás, ya te espero y no has llegado.
Estabas ahí…y yo te miraba… eras gigoló del aliento que exhalaban mis labios, alquilabas el piso de mis ojos, mas allá de tu talento, de saber mirar sin ver, las calles en movimiento.
Recuerdo bien ese día, en que me sentí desnuda, y ya nada era el perfume barato, los zapatos andantes, los silencios… ese día no fue más que el verso que escribo hasta ahora, para que mis labios cuenten, lo que no puedo dibujarte en miradas, por estar aún tú mas bien lejos.
Hay quienes esgrimen con palabras,
La ausencia rota.
La gente que pasa por las calles
Y escribe basura en los talleres del desastre,
Se siente menos cansada, más alabada, menos aturdida,
Yo que leo lo que escriben, no distingo
Cuanto hay de personalidad en las letras,
Todo pareciera ser una prolongación de la sobra del poeta
A media calle.
Todas las sombras caminan hoy desnudas,
Yo no me puedo dormir…
Espero que no atengan a devorarme la noche.
Hay un desconsuelo que sube
Y en la garganta se amedrenta
Como las olas despeinando la arena.
Yo no sé, si ah de bajar alguna vez…
Porque no es un animal,
Ni sucede por vejez…
Tengo el tiempo como un nudo en la garganta
Y el desconsuelo de saber
Que no habrás nada, después de este después.
Vos seguirás erguido, como el árbol ese
Que envejece sin crecer.
Yo me pondré quizás más vieja que ayer.
Hoy… ni vos ni yo, podemos ver
Más allá del oscurecer.
Mientras antes eras el contacto
Con el universo
Por estos días, en los que no veo
Pasear tu sombra, sin arrastrar tu luz
Detrás de ningún techo.
Me pregunto y te pregunto
Que es lo que haces
En las tardes donde el viento
Trae los ecos, de las palabras
Que no salen de las bocas como versos.
Esos hilos invisibles teñidos de topacio
Que mientras salen, dibujan en el aire
Burbujas, pausas, puntos…botones…
Donde andarán esos silencios rotos.
Que por instantes supimos entregarnos.


10 DE AGOSTO 2009
Que ya te amé lo suficiente todos estos años.
Que me eh cansado de perder besos y alas, fuera de mi boca.
Que ya eh llorado lágrimas y cerveza por los labios.
Que te amo demasiado,
Y no me arranco del alma todo lo que siento.
Que ya no puedo vivir, muriendo por tus labios.
Que me duele demasiado.
Que ya viví.
Que ya morí.
Que ya te vas.
Que ya no estás.
Que ya no estoy.
Que soy un pedazo de lo que fui.
Que te extraño a cada paso.
Que te miro en todos los ojos.
Que ya te he buscado todos estos años.
Que me duele alma
Y el cielo me sangra.
Hoy ha sido uno de esos días,
donde uno se levanta y no sabe bien,
desde que ángulo mirar mejor la vida.
Todo acontecimiento sucede,
dentro y fuera del universo,
mas hoy no te he encontrado,
detrás de ningún libro, de ningún labio.
Hoy no eh encontrado otras caricias,
de las que no me han dado tus manos.
Que será de nosotros en el tiempo,
si no hay más sabor que el beso olvidado.
Donde iré de nuevo a guardar mi boca,
si no encuentro otros labios.

Instantes

Imágenes.
Preguntas sin contestar.
Colectivos y mercados,
Silencios desubicados.
Instantes latentes
Cargados de significado.
Retengo en mí las imágenes,
Que no puedo escuchar de tu boca,
Pero que puedo leer de tus ojos.
Instantes…
Nadie sabe dónde la verdad,
La mentira.
La cualidad.
Instantes donde, el beso se hacen carne.
Y verbo.
Instantes donde puedo volverte a mirar.
No se disuelven en mí,
Estos instantes.
No se disuelven los pensamientos
En las calles.

LUGARES…

Hay lugares, a los que regreso,
siempre que sé que no volverás a buscarme.
Hay un punto en mi, en este cuerpo,
fijado justo en el km.0 que me conecta,
que me devuelve el sustento que alguna vez, te dí o me diste.
Aún no lo sé y dudo que quizás, lo sepa con certeza.
Solo recuerdo algunas charlas, varias anécdotas,
algunos silencios y muchos versos.
En esas épocas, yo no se si era tan libre como ahora,
si es que ahora soy más libre de lo que supongo que soy.
Vengo interpretando cada verso,
como un producto del tiempo que pude soñar a tu lado,
quizás solo sea ficción de mi honorable ego,
que intenta subsistir, con adulaciones que son solo ajenas.
Hoy te leo, y tus palabras me inspiran,
me conectan con el ser que fui, con el que soy.
Me devuelven esa magia. Esa tranquilidad,
de saber que no estoy sola, que también pensas en mi,
que nunca dejaste de hacerlo, que sigo viviendo en ti.
Que soy el eco de la brisa de la mañana,
el rocío que llega impetuoso a los verde pastos,
el color del sol, en la tarde naranja, el espejo que se rompe y la máscara.

Te amé.

Te amé.
Nunca te lo dije.
Siempre sentí en las palabras
De esos versos, algún tipo de correspondencia.
Nuca supe decir adiós.
Nunca pude entregarme a este amor.
Solo siento en el alma,
Algún dolor…Si se quiere;
Pasajero o necesario.
Sé dónde buscarte, sé donde puedo encontrarte.
La calidez de tus metáforas, me elevan
Son la solidez que necesito, cuando camino sobre arena.
Borges… Tambores, y las más aterciopeladas palabras.
Nada se necesita más que eso.
Viniste a conquistarme y mal que pese.
Lo lograste.

martes, 15 de junio de 2010

Hoy no llovió.
No hubo viejas cartas
Ni recuerdos olvidados.
No encontré más que silencios rotos
Detrás de los armarios.
Hoy no extrañe exactamente a nadie.
Y nadie quizás es todo.
Y todo sea más que el sol y el viento.
Hoy habité en la casa del árbol
Que se ve detrás de la ventana de mi cuarto.
Un trozo de madera rota sirvió de nido
Para mis huesos.
El colchón desnudo
Fue una cama sin tiempo.
Eh soñado amaneceres donde nos besamos
Risas escuetas.
Amanecí con el sol golpeando la tarde.
Me desvele tres veces en el día.
El termómetro marcaba 101º bajo cero.
No había calor para el alma,
Ni tazas para abrigar el frió de la noche inmensa.
Hoy hubo estrellas detrás de las almohadas.
Llovió 3 días más tarde.
Ya no fuimos los que somos.
Ni dos veces el tiempo fue silencioso.
Hacía ruido el despertador.
El silencio se rompió en una lágrima metálica.
Fría y desnuda cayendo por la mejilla
De la muñeca de trapo que me regalabas.
Hubo pasos en la memoria.
Paredes escritas que nos hablaron.
Diarios comentando las noticias de siempre.
La radio de fondo, con el mundano sonido
De las cortinas musicales, con esas risas baratas.
Nadie entendió, donde había ido ese día
Cuando no me encontró ni el sol.
Ni nadie.

Que diera yo...

Que diera yo a las sombras del otoño
Porque me dejen mecer el cuerpo detrás de alguna hoja.
Por caminar por esos valles eternos y húmedos
En medio del ocaso, en medio del sol sangrante, que atraviesa las formas.

Que diera yo por un segundo del infinito beso
Donde pudiera ser saliva, navegando entre tanta lengua.
Por pertenecer a esos colores sin formas, que dibujan
Figuras en lienzos extraños a la pintura.

Que diera yo, por caminar descalza una tarde de lluvia,
Mientras no hay nada más que autos y luces y la nada.
Donde estaría yo cuando alguien que no era yo,
Llegaba a pronunciar mi nombre.

Que diera yo, por un racimo de versos bien hechos,
Por la música con que recitas los jueves, los poemas de nadie.
Que sería de mí sin este montón de papeles, y azúcar, y mates…
Si pudiera decirme sombría, prefiero aún más ser extraña.

Que diera yo, por esos infinitos silencios, sostenidos por las miradas
De alguna noche ajena.
Por vestir de intruso mi alma y poblar balcones,
Donde nadie me espera a media calle.

No sé bien que daría yo, por ser el universo que no soy, el sueño
Incumplido de los dolores ajenos.
La palabra que sobra, el verbo perdido, la bien cobrada siesta
Que merezco.

Que diera yo, por ser ese sueño, a media noche, que levanta muertos
Que enceguece, que se pudre y sangra.
Que duele en la retina del recuerdo y el olvido obvio al que no pertenezco.
Que daría yo por un bostezo de sal.

Que daría yo por el medio invierno transcurrido.
El sudor de camas sin sábanas a medio hotel de 4 estrellas.
Por besarte sin abrir la boca.
Por mirarte mientras cerramos los ojos.
Y como quien quiere romper un plato
A media noche
En pleno invierno.
Intente centenas de versos.
Nada más ardiente que un recuerdo mal vivido
Mal parido.
Nada más doliente
Que este recuerdo mío.
Donde soñarte ya es algo conciente
Que ya no quiero.
Y como una infinita escalera
Sube a la alcoba de mi alma
Este pensamiento certero.
Hundido
Y ahuecado
El recuerdo
Mese la memoria de los días
Donde no hubo nadie
En mí, más que estos sueños.
Hay una cascada que brota silencios
Y entre tanto voy tejiendo con reserva
Lo que siento.
Me descubro los ojos para mirar
El espejo roto.
Las formas ausentes
Los tamaños
Y las sombras
Se mudaron de cuadro.
Ya no sé bien donde miro cuando me veo.

viernes, 4 de junio de 2010

Hay un desvelo recurrente
Que me invita a caminar.
No sé hasta donde ando, ni a dónde iré a llegar.
Solo los placeres de la noche
Me hacen despertar y creerme que
Detrás de tanta ala, encuentro libertad.
Avisame cuando duermas,
Repaso los que haceres de la noche
Donde no salí a caminar, por la vereda,
Para evitar que me choque un auto.
Eran eso de las 3 de la mañana.
En las afueras… Sólo gatos.
En los adentros, habitaciones
Incineradas por algunos cuerpos,
Que más que abandonarse al amor
Yacían rotos, hace rato.
Yo, vagaba moribunda por las calles del barrio.
No había, ni fantasmas dibujados.
Un cigarrillo, y la noche se disfrazaba de verso cotidiano.
Nadie sabe lo que es, andar por ahí abandonado.
Quizás algún suceso raro, hacia los demás
Caminar asesinado.
Yo respire profundo.
Anduve un largo rato.
La veredas fueron puertas, donde mi alma y yo atravesamos.
Las veredas y las calles, y las ventanas, y las hogueras
Que no se veía de noche.
Y las ojeras que no se tejían de día.
Y los colores que trajo la tarde.
Nada se parecía.
Y yo andaba a cuerpo encontrado.
A medio cuerpo encontrado.
Por allá, se veía un gato…
Como buena compañía, de color negro necesario
Dibujaba aullidos en el aire fresco.
Dibuja y cortaba las sobras en la calle.
Yo era una turista que no sabía a donde ir
Sin tabaco.
Era alguien, que tenía una noche de menos.
Era libre y podía flotar.
Encontré desiertos en mi, que no pude
Llenar sin mirar entonces, más allá.
Quizá hubo horizontes sin cruzar,
Deseos sin cumplir… deseos por pedir.
Estrellas que no vi brillar.
Solo comprendo hoy, que nunca encontré
Alas mas grandes para volar.
La calle soplaba un viento, que me invitaba a quedar.
Pero el tiempo apremia, y no pude hacer más que volver al calor del hogar.
Afuera seguía siendo otoño.
Yo me dormí.
No sé que más hay.
Un sueño.
Una rosa.
Nada más.
La soledad enrosca melancolía y algo más.
Te veo, revertir imágenes en metáforas ajenas.
Entretener a niños, con palabras prestadas.
Conquistar mujeres, con lenguas extrañas.
Yo sin tener más de lo que tengo, alguna vez
Eh necesitado, del consejo amigo, de la mano, del teatro.
Las pleuras son el resultado, de este montón de huesos.
De estos vacíos trozos de algún corazón humano.
Desecho la sangre que abandoné en la puerta,
Antes de que vengas escupiendo sobre mis pasos.
Me deshago de la sombra, sin razón alguna…
Se donde pisar descalza.
Se donde caminar andando.
Astillas de algún amanecer adolescente, pidiendo
Besos prestados.
Nubes, lunas, susurros sonsonetes de algún sujeto alado.
No se mueve en el vientre.
No patina en la lengua, tu beso desencarnado.
Antes tuve la certeza de encontrar
Poesía entre mis manos de arena.
Hasta ayer te veía como un mago negro
Disfrazado de mortal.
Hoy que ya no puedo sostener poemas en las manos
Que soy parte de una hoja en blanco.
Ahora que no comprendo cuanto habría inspirado
El beso sin alas, el entretenimiento diario.
Ahora voy entendiendo, cuanta hay de escena y escenario.
Vos mutas en versos, las palabras que no hablamos.
Yo fotografío momentos, y los apilo en el armario.
No hay menos necesidad que este silencio sordo.
Ya mis ojos no pueden sostener, este espejo roto.

martes, 1 de junio de 2010

Te regalo…


Un puñado de sal, para el hombro izquierdo.
Una vela blanca, de infinita luz sin tiempo.
Te regalo un sombrero.
Una escalera para escapar a otro cielo.
Te regalo un sol, para cada día de lluvia.
Un paraguas, para el mal tiempo.
Algún beso de color.
Sorbos de vino y viento.
Te regalo las palabras que invento.
Un trozo de humo y verso.
Algunos pasos distraído, que nunca miran donde van.
Un vaso medio lleno.
Un fragmento del cuadro que miro.
Todas las cosas que no veo.
Te regalo sensaciones livianas.
Un cajón de fotos viejas.
Mapas donde no me encuentro.
Silencios interrumpidos por pensamiento.
Te regalo, escenas y escenarios.
Recuerdos que habito, cuando el olvido no hace su trabajo.
Recuerdos memorizados.
Recuerdos que no tengo.
Te regalo lo que fui, o soy… Porque no sé lo que seré.
Te regalo un montón de mandados.
La lista del supermercado.
Las compras que no hago.
Te regalo los lápices perdidos y encontrados.
Algunos dibujos ocurrentes, sin demasiado trabajo.
Te regalo la risa que no eh regalado.
Los enojos compartidos.
Todas las películas que miramos.
Los pasos en la arena.
Los barcos.
La arcilla de la que viene mi alma.
El olor de mi piel, mi pelo … mis manos.
Te regalo el cuerpo donde alguna vez habitamos.
Te regalo lo que soy,
Aunque sea otra, mientras me visto, me desnudo o me baño.

domingo, 30 de mayo de 2010

Tapiada la casa, la ventana al corazón da a la vereda.
Y la puerta… está cerrada.
Esperaba para mí la noche eterna.
Esperaba como el sol,
Un espacio de luz en el abismo de mi cama.
Hay un desierto insurgente,
Detrás de todas las miradas abiertas.
Hay decenas de estatuas de sal.
Hay centenas de calles que un día olvidarán tu nombre.
Hay infinitas maletas que no abotonarán un destino.
Hay barcos abandonados a las olas del mar.
Hay un pedazo de pan en una mesa desnuda.
Esta la luna, y un cementerio de universos.
Cuando tuve poesía, te la di.
Cuando armé barcos navegué.
Cuando pude huí.
Cuando hoy… Me quedé!
Despierto. Amanezco. Navego y amo.
El sabor a vino me entretiene en las noches…
Mucho más que tu recuerdo amargo.
Me abandono a la luz de la luna.
Me desmayo.
El veneno es un elixir, que se bebe
En labios separados.
Armo vasos.
Despreocupo a la luz de iluminarme.
Escribo en cuadernos prestados.
Me desvelo.
Me expando.
Me soberbio.
Ya no hay quién se queje de este despilfarro.
No sostengo los reproches, de cómo respirar viviendo.
No dibujo la amargura, de no saber… si por tenerte me pierdo.
No interesa, a quién hay que matar.
No vivo de prestado, el sueño que para mí no quiero.
No respiro aire viciado.
No vuelo al ras del suelo.
No quise para mi suerte, el destino que marcaron tus ojos.
El amor duele más que la muerte,
Cuando se respira en pechos de otros.
No tengo más certezas, ni menos silencios en las manos.
No tengo de menos, más besos en la boca.
No tengo disimulos, ni desengaños.
No hay aroma a menta, ni colores, detrás del escenario.
El corazón a prendido las luces.
Tú sombra rueda, por cajones y armarios.
Tu sombra que rueda, descuelga cuadros.
No guardo tu perfume.
No bebo de tu boca esos besos prestados.
Divierto.
Entretengo.
Me desnudo, me desarmo.
No consuelo.
No hago garabatos.
Dibujo, desordeno y armo.

Hubo un lugar.

Hubo un lugar al que pertenecí,
En las instancias del cielo.
Nada duele más que las nubes
De un atardecer desierto.

Hubo un lugar, donde tus manos
Jugaban con mi pelo.
Hubo un lugar al que no vuelvo
Más que para el recuerdo.

Hubo un lugar donde las caricias
Eran transparentes, dónde la luz del sol
Fuera la más clara.
Hubo un lugar con menos nieve.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Para vos... Viajero inconstante...

Gonzalo Osses – Vilches

Último deseo
Ha muerto el hombre que yo fui, te lo prometo,
incluso siento pena por él;
tan falso, tan cruel, tan bohemio,
tan absurdo en su vivir, tan grotesco.

Ha muerto hoy, pero es para mejor.
Rescatemos de él lo poco que era verdadero;
el amor por su trabajo, su falta de dinero,
la pasión con la que de ti me hablaba a cada momento.

Murió, pero se fue contento.
En sus labios tenía tu nombre, junto al sabor de la culpa,
en sus ojos, el paisaje más sereno y en su boca un último deseo:
darte al volver un abrazo sincero.

Y yo, que soy quien escuchaba su añoranza por tus besos,
debo esperar tu regreso, tras ocho meses de silencio,
darte el abrazo que te debo y dejar atrás al que ha muerto.

No lloraré, ya habré llorado todas las lágrimas que le debía a la vida.
No dudaré, las dudas no existirán si veo en ti una mínima sonrisa.
No soñaré, pues mi más grande sueño se estará cumpliendo.
Y renaceré, para reinventar el amor que había inventado para ti.

Sí, porque a partir de hoy, te amaré por los dos,
pues te confieso que yo, cuando él me hablaba de ti,
también... ¡también te amaba en silencio!

jueves, 13 de mayo de 2010

Aceitunas.

Lo que antes fue árbol,
Ahora, semilla y fruto desarmado,
En la hoguera de la cocina,
En la vereda de la boca…
Perforada, ahuecada, perfumada
Y aromática…
El tímido esqueleto desciende
y por arte de gravedad cae al plato,
se resbala y se desecha.
Y en la dimensión donde los besos se hacen pan,
Se desnuda ante el sabor de todas las bocas abiertas.

Tu memoria…

Tu memoria tiene una calle,
Por la que se cuela mi nombre
Un portal donde el deseo se concreta.
Tu memoria, podrá guardarse en mil archivos…
Todos con tu nombre o con el mío.
Comparto contigo el recuerdo,
Así se llama la calle del pasado,
O pretérito imperfecto.
Quiero despertar en tu abrazo.
No quiero el olvido que nombra soledades.
Quiero en sueños, tejer el infinito a tu costado.
Será necesario tener memoria,
Tener el cuerpo bendito de compartir a tu lado
Mil momentos necesarios.
Encontrarme a media calle, que te espero
Recortando las noticias que te nombraron en un tiempo.
Emigra a mi orilla que te espero…
Brazos abiertos, espalda al mar.

Las mujeres de los puertos…

Cada una en su barco, esperando
El capitán revuelto.
Etiopía, el sur del mar muerto.
Holanda, caballitos de mar en el desierto.
Yo compartiendo tu alma, ellas
Compartiendo tu cuerpo.
Quizás pasen 21 días en la vida,
De la vuelta al mundo… quizás la vida nos abra la puerta.
Y desde el más allá, volver a reinventar los besos en los portales,
Desde cualquier hotel o cualquier bar.
Pasarán los días, las playas volverán a ser mar.
Pasaran los sueños y volveremos a inventar, la escena donde
Volveremos a la escena y el lugar.
Quizás por equivocación quisiera, dormir
Detrás, de un eclipse de mar.
Hay retazos de tu luz,
Por todas partes,
La habitación se ah vuelto luminosa.
Los recuerdos, sólo puñados,
Fragmentos de lo que fuimos.
Hoy solo queda el rastro de la carne que fui.
Y toda mi ropa disuelta,
Y toda tu mugre disuelta…
Todas las manchas que fueron desgraciadas…
Todas las heridas del pasado.

Nada en especial...

Eh descubierto el misterio del verano
Navegando entre tus ojos.
Eh anclado en el puerto, tantas veces ocupado…
Eh zarpado en otros puertos
Y eh de nuevo regresado.

Secretos…

Secretos que...
Dibujamos,
Inventamos,
Y leemos en las nubes
Todas las dudas se despejan…
Y aunque todos los misterios
se escondan en tus ojos,
hoy es cielo detrás de tu ropa.

Al niño ojos adentro…

La infancia.
Primero pasos.
La inocencia.
Recuerdos que evoco,
Las alegrías y el universo.
Niño de ojos adentro,
Todas las montañas y los cielos.
Todos los colores que invento.
El tiempo que paso
Ah dejado copas rotas
Silencios propios y ajenos,
Sombras.
Se ah cambiado la mirada
Y los ojos se vuelven ciegos.
Las pequeñas cosas hacen el disfrute cotidiano…
Yo sigo escribiendo versos,
Imaginando futuros,
Dibujando el sol, en corazones a mar abierto.

Rarezas.

El filo del sol asoma al camino.
Otoño.
Los verdes casi desaparecidos.
El viento como un cuchillo interminable,
Las aguas danzantes de tu pelo.
Toda la luz se apaga detrás del universo.
Hoy, saturno, nos ah soplado el nombre
Y el planeta entero se ah vuelto viernes.
El humo incansable, no se agota,
Entre tus labios y mi boca.

Donde hubo mar…

Donde hubo mar la tierra desdibujo fronteras…
Y en el silencio de larde, el otoño blanco estrechaba hojas…
Estrechaban hojas… y ausencia de palabras.
Donde hubo mar…hubo también aire y caracoles…
Hubo sueños y flores… donde hubo mar,
Hubo remolinos de sal… y heridas de mar abierto.

viernes, 9 de abril de 2010

La rosa



Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-1986)

La rosa,
la inmarcesible rosa que no canto,
la que es peso y fragancia,
la del negro jardín en la alta noche,
la de cualquier jardín y cualquier tarde,
la rosa que resurge de la tenue
ceniza por el arte de la alquimia,
la rosa de los persas y de Ariosto,
la que siempre está sola,
la que siempre es la rosa de las rosas,
la joven flor platónica,
la ardiente y ciega rosa que no canto,
la rosa inalcanzable.

sábado, 20 de marzo de 2010

Tabaquería


Tabaquería
No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.

Ventanas de mi cuarto,
de mi cuarto de uno de los millones de gente que nadie sabe quién es
(y si supiesen quién es, ¿qué sabrían?),
dais al misterio de una calle constantemente cruzada por la gente,
a una calle inaccesible a todos los pensamientos,
real, imposiblemente real, evidente, desconocidamente evidente,
con el misterio de las cosas por lo bajo de las piedras y los seres,
con la muerte poniendo humedad en las paredes y cabellos blancos en los hombres,
con el Destino conduciendo el carro de todo por la carretera de nada.

Hoy estoy vencido, como si supiera la verdad.
Hoy estoy lúcido, como si estuviese a punto de morirme
y no tuviese otra fraternidad con las cosas
que una despedida, volviéndose esta casa y este lado de la calle
la fila de vagones de un tren, y una partida pintada
desde dentro de mi cabeza,
y una sacudida de mis nervios y un crujir de huesos a la ida.

Hoy me siento perplejo, como quien ha pensado y opinado y olvidado.
Hoy estoy dividido entre la lealtad que le debo
a la tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.

He fracasado en todo.
Como no me hice ningún propósito, quizá todo no fuese nada.
El aprendizaje que me impartieron,
me apeé por la ventana de las traseras de la casa.
Me fui al campo con grandes proyectos.
Pero sólo encontré allí hierbas y árboles,
y cuando había gente era igual que la otra.
Me aparto de la ventana, me siento en una silla. ¿En qué voy a pensar?
¿Qué sé yo del que seré, yo que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? Pero ¡pienso ser tantas cosas!
¡Y hay tantos que piensan ser lo mismo que no puede haber tantos!
¿Un genio? En este momento
cien mil cerebros se juzgan en sueños genios como yo,
y la historia no distinguirá, ¿quién sabe?, ni a uno,
ni habrá sino estiércol de tantas conquistas futuras.
No, no creo en mí.
¡En todos los manicomios hay locos perdidos con tantas convicciones!
Yo, que no tengo ninguna convicción, ¿soy más convincente o menos convincente?

No, ni en mí...
¿En cuántas buhardillas y no buhardillas del mundo
no hay en estos momentos genios-para-sí-mismos soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas
-sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas-,
y quién sabe si realizables, no verán nunca la luz del sol verdadero
ni encontrarán quien les preste oídos?
El mundo es para quien nace para conquistarlo
y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón.
He soñado más que lo que hizo Napoleón.
He estrechado contra el pecho hipotético más humanidades que Cristo,
he pensado en secreto filosofías que ningún Kant ha escrito.
Pero soy, y quizá lo sea siempre, el de la buhardilla,
aunque no viva en ella;
seré siempre el que no ha nacido para eso;
seré siempre el que tenía condiciones;
seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta al pie de una pared sin puerta
y cantó la canción del Infinito en un gallinero,
y oyó la voz de Dios en un pozo tapado.
¿Creer en mí? No, ni en nada.
Derrámame la naturaleza sobre mi cabeza ardiente
su sol, su lluvia, el viento que tropieza en mi cabello,
y lo demás que venga si viene, o tiene que venir, o que no venga.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
conquistamos el mundo entero antes de levantarnos de la cama;
pero nos despertamos y es opaco,
nos levantamos y es ajeno,
salimos de casa y es la tierra entera,
y el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.

(¡Come chocolatinas, pequeña,
come chocolatinas!
Mira que no hay más metafísica en el mundo que las chocolatinas,
mira que todas las religiones no enseñan más que la confitería.
¡Come, pequeña sucia, come!
¡Ojalá comiese yo chocolatinas con la misma verdad con que comes!
Pero yo pienso, y al quitarles la platilla, que es de papel de estaño,
lo tiro todo al suelo, lo mismo que he tirado la vida.)

Pero por lo menos queda de la amargura de lo que nunca seré
la caligrafía rápida de estos versos,
pórtico partido hacia lo Imposible.
Pero por lo menos me consagro a mí mismo un desprecio sin lágrimas,
noble, al menos, en el gesto amplio con que tiro
la ropa sucia que soy, sin un papel, para el transcurrir de las cosas,
y me quedo en casa sin camisa.

(Tú, que consuelas, que no existes y por eso consuelas,
o diosa griega, concebida como una estatua que estuviese viva,
o patricia romana, imposiblemente noble y nefasta,
o princesa de trovadores, gentilísima y disimulada,
o marquesa del siglo dieciocho, descotada y lejana,
o meretriz célebre de los tiempos de nuestros padres,
o no sé qué moderno -no me imagino bien qué-,
todo esto, sea lo que sea, lo que seas, ¡si puede inspirar, que inspire!
Mi corazón es un cubo vaciado.
Como invocan espíritus los que invocan espíritus, me invoco
a mí mismo y no encuentro nada.
Me acerco a la ventana y veo la calle con absoluta claridad,
veo las tiendas, veo las aceras, veo los coches que pasan,
veo a los entes vivos vestidos que se cruzan,
veo a los perros que también existen,
y todo esto me pesa como una condena al destierro,
y todo esto es extranjero, como todo.)

He vivido, estudiado, amado, y hasta creído,
y hoy no hay un mendigo al que no envidie sólo por no ser yo.
Miro los andrajos de cada uno y las llagas y la mentira,
y pienso: puede que nunca hayas vivido, ni estudiado, ni amado ni creído
(porque es posible crear la realidad de todo eso sin hacer nada de eso);
puede que hayas existido tan sólo, como un lagarto al que cortan el rabo
y que es un rabo, más acá del lagarto, removidamente.

He hecho de mí lo que no sabía,
y lo que podía hacer de mí no lo he hecho.
El disfraz que me puse estaba equivocado.
Me conocieron enseguida como quien no era y no lo desmentí, y me perdí.
Cuando quise quitarme el antifaz,
lo tenía pegado a la cara.
Cuando me lo quité y me miré en el espejo,
ya había envejecido.
Estaba borracho, no sabía llevar el dominó que no me había quitado.
Tiré el antifaz y me dormí en el vestuario
como un perro tolerado por la gerencia
por ser inofensivo
y voy a escribir esta historia para demostrar que soy sublime.

Esencia musical de mis versos inútiles,
ojalá pudiera encontrarme como algo que hubiese hecho,
y no me quedase siempre enfrente de la tabaquería de enfrente,
pisoteando la conciencia de estar existiendo
como una alfombra en la que tropieza un borracho
o una estera que robaron los gitanos y no valía nada.

Pero el propietario de la tabaquería ha asomado por la puerta y se ha quedado a la puerta.
Le miro con incomodidad en la cabeza apenas vuelta,
y con la incomodidad del alma que está comprendiendo mal.
Morirá él y moriré yo.
Él dejará la muestra y yo dejaré versos.
En determinado momento morirá también la muestra, y los versos también.
Después de ese momento, morirá la calle donde estuvo la muestra,
y la lengua en que fueron escritos los versos,
morirá después el planeta girador en que sucedió todo esto.
En otros satélites de otros sistemas cualesquiera algo así como gente
continuará haciendo cosas semejantes a versos y viviendo debajo de cosas semejantes a muestras,
siempre una cosa enfrente de la otra,
siempre una cosa tan inútil como la otra,
siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
siempre el misterio del fondo tan verdadero como el sueño del misterio de la superficie,
siempre esto o siempre otra cosa o ni una cosa ni la otra.

Pero un hombre ha entrado en la tabaquería (¿a comprar tabaco?),
y la realidad plausible cae de repente encima de mí.
Me incorporo a medias con energía, convencido, humano,
y voy a tratar de escribir estos versos en los que digo lo contrario.
Enciendo un cigarrillo al pensar en escribirlos
y saboreo en el cigarrillo la liberación de todos los pensamientos.
Sigo al humo como a una ruta propia,
y disfruto, en un momento sensitivo y competente,
la liberación de todas las especulaciones
y la conciencia de que la metafísica es una consecuencia de encontrarse indispuesto.

Después me echo para atrás en la silla
y continúo fumando.
Mientras me lo conceda el destino seguiré fumando.
(Si me casase con la hija de mi lavandera
a lo mejor sería feliz.)
Visto lo cual, me levanto de la silla. Me voy a la ventana.

El hombre ha salido de la tabaquería (¿metiéndose el cambio en el bolsillo de los pantalones?).
Ah, le conozco: es el Esteves sin metafísica.
(El propietario de la tabaquería ha llegado a la puerta.)
Como por una inspiración divina, Esteves se ha vuelto y me ha visto.
Me ha dicho adiós con la mano, le he gritado ¡Adiós, Esteves! , y el Universo
se me reconstruye sin ideales ni esperanza, y el propietario de la tabaquería se ha sonreído.

Fernando Pessoa

Romance del enamorado y la muerte.

Un sueño soñaba anoche,
soñito del alma mía,
soñaba con mis amores,
que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora muy blanca,
muy más que la nieve fría.
Por dónde has entrado amor
cómo has entrado a mi vida.
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías
no soy el amor amante
soy la muerte Dios me envía.
Ay muerte tan rigurosa
déjame vivir un día,
un día no puede ser
una hora tienes de vida.
Muy deprisa se cansaba,
más deprisa se vestía
ya se va para la calle
en donde su amor vivía.
Ábreme la puerta blanca,
ábreme la puerta niña,
como te podré yo abrir
si la ocasión no es venida.
Mi padre no fue a palacio,
mi madre no está dormida.
Si no me abres esta noche
ya no me abrirás querida.
La muerte me anda buscando
junto a ti vida sería.
Vete bajo mi ventana
donde labraba y cosía.
Te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el hilo no alcanzare
mis trenzas añadiría.
Se rompió el cordón de seda
la muerte que ahí venía
vamos el enamorado

que la hora ya es cumplida.


Anónimo

Preciosa y el aire

Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene
por un anfibio sendero
de cristales y laureles.
El silencio sin estrellas,
huyendo del sonsonete,
cae donde el mar bate y canta
su noche llena de peces.
En los picos de la sierra
los carabineros duermen
guardando las blancas torres
donde viven los ingleses.
Y los gitanos del agua
levantan por distraerse,
glorietas de caracolas
y ramas de pino verde.

*

Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene.
Al verla se ha levantado
el viento que nunca duerme.
San Cristobalón desnudo,
lleno de lenguas celestes,
mira la niña tocando
una dulce gaita ausente.

Niña, deja que levante
tu vestido para verte.
Abre en mis dedos antiguos
la rosa azul de tu vientre.

*

Preciosa tira el pandero
y corre sin detenerse.
El viento-hombrón la persigue
con una espada caliente.

Frunce su rumor el mar.
Los olivos palidecen.
Cantan las flautas de umbría
y el liso gong de la nieve.

¡Preciosa, corre, Preciosa,
que te coge el viento verde!
¡Preciosa, corre, Preciosa!
¡Míralo por dónde viene!
Sátiro de estrellas bajas
con sus lenguas relucientes.

*

Preciosa, llena de miedo,
entra en la casa que tiene,
más arriba de los pinos,
el cónsul de los ingleses.

Asustados por los gritos
tres carabineros vienen,
sus negras capas ceñidas
y los gorros en las sienes.

El inglés da a la gitana
un vaso de tibia leche,
y una copa de ginebra
que Preciosa no se bebe.

Y mientras cuenta, llorando,
su aventura a aquella gente,
en las tejas de pizarra
el viento, furioso, muerde.


Federico García Lorca, 1928