viernes, 4 de junio de 2010

Avisame cuando duermas,
Repaso los que haceres de la noche
Donde no salí a caminar, por la vereda,
Para evitar que me choque un auto.
Eran eso de las 3 de la mañana.
En las afueras… Sólo gatos.
En los adentros, habitaciones
Incineradas por algunos cuerpos,
Que más que abandonarse al amor
Yacían rotos, hace rato.
Yo, vagaba moribunda por las calles del barrio.
No había, ni fantasmas dibujados.
Un cigarrillo, y la noche se disfrazaba de verso cotidiano.
Nadie sabe lo que es, andar por ahí abandonado.
Quizás algún suceso raro, hacia los demás
Caminar asesinado.
Yo respire profundo.
Anduve un largo rato.
La veredas fueron puertas, donde mi alma y yo atravesamos.
Las veredas y las calles, y las ventanas, y las hogueras
Que no se veía de noche.
Y las ojeras que no se tejían de día.
Y los colores que trajo la tarde.
Nada se parecía.
Y yo andaba a cuerpo encontrado.
A medio cuerpo encontrado.
Por allá, se veía un gato…
Como buena compañía, de color negro necesario
Dibujaba aullidos en el aire fresco.
Dibuja y cortaba las sobras en la calle.
Yo era una turista que no sabía a donde ir
Sin tabaco.
Era alguien, que tenía una noche de menos.
Era libre y podía flotar.
Encontré desiertos en mi, que no pude
Llenar sin mirar entonces, más allá.
Quizá hubo horizontes sin cruzar,
Deseos sin cumplir… deseos por pedir.
Estrellas que no vi brillar.
Solo comprendo hoy, que nunca encontré
Alas mas grandes para volar.
La calle soplaba un viento, que me invitaba a quedar.
Pero el tiempo apremia, y no pude hacer más que volver al calor del hogar.
Afuera seguía siendo otoño.
Yo me dormí.
No sé que más hay.
Un sueño.
Una rosa.
Nada más.
La soledad enrosca melancolía y algo más.

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