Hace mucho tiempo, y hace poco, escuche por ahí, que estaba de moda regalar estrellas.
Yo nunca entendí; esto de regalar cuerpos celestes, inalcanzables para el público que los recibe y así mismo, para el público que los regala.
Si tuviera el modo de descubrir el encanto que encierran, esos trocitos luminosos, haría lo mismo.
Estuve investigando, y encontré un modo más económico, no por ello menos importante. Y como tantos; he querido regalarte algunas estrellas, de las más hermosas que hubiera, aunque todas parecieran modificar gradualmente esa luz maravillosa. El caso es que de tanto buscar la más encendida, clara y cercana, me mareé de tanto señalar con el dedo, algo que no pude ni tocar, por más que estirara y estirara el brazo.
Y, como de vez en cuando me otorgo alguna cualidad especifica, he construido algunas.
Hoy en día, hasta las estrellas pueden ser de cartón, y no por ello, dejan de brillar.
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