La noche escupía sombras por las calles...
Los ojos que nunca atravesaste alcanzaron en miradas,
todo el sol que un día, negó la tarde.
Hay un cielo para cada espacio donde no me pertenece tu cuerpo.
Hay estrellas que nacen, aromas que me devuelve lo que éramos,
cuando todavía podías besarme. Hay colores taciturnos
dibujándonos la silueta de jaspe.
Entre vos y yo, se trazó un surrealismo imaginario.
El velo imperceptible se rompe, cuando soñamos,
el amor, ojos despiertos o cerrados.
Tengo en las manos el puñado de piel,
con el que tu sólo cuerpo me a dejado.
Me soñé despierta rozándote los labios…
me soñé cruzando el portal por el que nos abandonamos.
Es jueves y los recuerdos de la noche ya no saben a pasado.
Volverá el viento con su remanso sabio, a tocar la puerta, a abrir las ventanas…
Volverá la muerte a dibujarnos el agravio, de sabernos vivos dependientes de las horas.
De los relojes jamás usados, de la virginidad de los ojos perpetrados y atónitos que se suspenden detrás
de la imagen que teje la memoria, a destiempo.
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