Fue durante la época, donde yo andaba ojos cansados, grandes y despiertos.
Recordando todo eso, que, alguna vez me hizo descubrirte.
Estaba sentada en una plaza, las flores, de algún puesto cercano,
Me hacían descubrir sus aromas, detrás de la fuente donde esperaba…
Desde allí, miraba la iglesia, que en perspectiva parecía un castillo, anunciante, de grandes tesoros y espiritualidades. Las gárgolas y las puntas, hacían imposibles las serenatas. El aire, yacía poblado de sensaciones, de sonoras voces, que parecieran alegres, de vez en cuando, aparecía una que otra pareja, tomada de la mano, y yo… recordaba así, todos mis inviernos, amarrada a algún damo, que quizás amé en otro tiempo.
Eran eso de las cinco de la tarde, aún el sol, quemaba corazones detrás de la calle, invadida y devorada por los autos. Y el movimiento, se iba haciendo imperceptible, ajeno a todo tacto, inmudable…acertado y desconcertante.
Todo allí afuera, parecía estar vivo.
De vez en cuando, levantaba la cabeza yo del libro y miraba distraída a alguna parte.Quien sabe si buscaba una respuesta para darme.
Enciendo un cigarrillo, busco el arisco encendedor, que siempre se esconde, detrás del bolsillo de mi pantalón. Bebo. A bocanadas. El humo que llegará quizás a matarme, muriendo siempre detrás del paladar de mi boca, al otro lado de la calle, andaban algunas palomas, recogiendo migajas, de lo que fuera el camino de Hansel y Gretel, quizás de algún otro fauno perdido, quizás solo era pan. O la comida de algún itinerante.
De fondo se oye, alguna música, quizás algún saxofón que hubiera encontrado oído interesante, para abandonar allí sus notas…
La melancólica música, se desliza sin pudor, entregando a todos, esa energía, que rara vez, nos hace sentir humanos.
A sabiendas de lo cierto, en casa no me espera nadie. Quizás por eso, cuando salgo, no vuelvo, y eh de andar yo, pegándome en algún banco o algún fantasma pasajero que me dé, un poco del cariño, QUE YA NO QUIERO.
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